Hasta hace relativamente poco, el trabajo cooperativo y, en general, el trabajo en grupo, eran considerados como elementos alteradores o distorsionadores del clima del aula, ya que se afirmaba que el hecho de juntarse con otras personas para realizar tareas distraía a los alumnos y que, por tanto, se debía evitar. Curiosamente, esta metodología de aprendizaje que fue tan denostada durante tanto tiempo, está ahora al alza, por el potencial y las posibilidades educativas que tiene, no solo en la Educación Física, sino en todas las demás asignaturas y campos de estudio de la educación.
Son varios los estudios que demuestran las ventajas del trabajo o aprendizaje cooperativo. A modo de resumen, basándonos en los autores Johnson, D.W. y Johnson, R (1987) y Orlick (1986), entre otros, serían las siguientes:
- Aprendizaje de actitudes, valores, modelos, refuerzos, expectativas, habilidades e informaciones.
Desarrollo de la autonomía y de la capacidad para enfrentarse a las presiones del grupo defendiendo la propia opinión.
Dar oportunidades para mejorar las conductas prosociales.
Permite desarrollar actitudes positivas hacia los compañeros, así como trabajar la empatía y la tolerancia (por la mayor interdependencia y comunicación entre los miembros del grupo).
Desarrollo de una identidad social coherente e integrada.
Capacidad de mantener unas relaciones interdependientes y cooperativas, lo que denota salud psicológica.
Una vez plasmados sus principales beneficios, parece incuestionable el potencial educativo de este tipo de trabajo, en materia, sobre todo, de formación en valores, contrarios o complementarios a los valores de las actividades o juegos competitivos de lógica de enfrentamiento, que tan arraigados han estado en los últimos tiempos en la E.F. No obstante, algunos autores justifican la falta de protagonismo de los juegos cooperativos en el currículo de la asignatura por sus supuestas limitaciones motrices, pero Omeñaca y Ruiz (2019), por ejemplo, consideran que estos consolidan muchas capacidades físicas como la lateralidad o el equilibrio. Lo que está claro, en cualquier caso, es que estos juegos deberían tener un mayor peso en los planes de estudio.
Por completar lo dicho anteriormente: las aportaciones educativas de los juegos cooperativos residen en su verdadero carácter lúdico (Crevier y Berubé, 1987; Orlick, 1986), ya que en ellos encontramos unos elementos específicos (explicados en diferentes entradas del blog) que los dotan de un valor intrínseco o autotélico, y que los diferencian de otros juegos y actividades más habituales en las clases de Educación Física que, aunque tienen la estructura de un juego, suelen acercarse más hacia lo agonístico que hacia lo genuinamente lúdico. Debemos destacar como aspectos significativos, además, que los juegos cooperativos permiten desarrollar habilidades que, normalmente, tienen menos posibilidades de aparecer a partir de otras estructuras lúdicas (Cavinato y col., 1994), como son la capacidad estratégica o de negociación, entre otras. Finalmente, hay que comentar que estos juegos eliminan algunos de los elementos de otros juegos que pueden llegar a coartar la libertad de algunos de los integrantes.
En definitiva, como hemos explicado, el trabajo cooperativo tiene unas posibilidades educativas muy interesantes que, además, rompen con lo establecido por los juegos más tradicionales caracterizados por una lógica de enfrentamiento. Por último, queremos destacar concretamente las potencialidades de los desafíos cooperativos (los que planteamos en nuestra sesión práctica), para favorecer la inclusión de todo tipo de alumnado en las clases de Educación Física, ya que en estos no solo influye el componente motor, sino que es una combinación interrelacionada de los componentes conceptual, motriz y afectivo-relacional.
Referencias bibliográficas:
Cavinato, De Prezzo, Lazzarini y Vetenar (1994) . La paz en el juego. En Tuvilla. J. (comp.). (1994). La escuela: instrumento de paz y solidaridad. M.C.E.P.
Cougil, S. R. (2020). El potencial educativo de los juegos cooperativos desde la educación física. Una experiencia en secundaria. EmásF (65), 78–90. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7475951.
Crévier y Bérube (1987). Le Plaisir de Jouer. Institut de Plein-air Québecois.
Fernández Río, F. J., y Velázquez Callado, C. (2005). Desafíos físicos cooperativos : retos sin competición para las clases de Educación Física. Wanceulen. https://redined.educacion.gob.es/xmlui/handle/11162/61054.
Johnson, D.W. y Johnson, R. (1987): A meta-analisis of cooperative, competitive and individualistic goal structures. N.J: Lawrence Earlbaum
Omeñaca, J. V. R. (2008). El Juego Motor Cooperativo ¿Un buen contexto para la enseñanza? … Cuando la Educación Física nos hace más humanos. Educación Física y Deporte, 27 (1), 97–112. https://revistas.udea.edu.co/index.php/educacionfisicaydeporte/article/view/304.
Omeñaca, R. y Ruiz, J.V. (2019). Juegos cooperativos y educación física. (9ª reimpresión de la tercera edición). Paidotribo.
Orlick, T. (1986). Juegos y deportes cooperativos. Desafíos divertidos sin competición. Paidotribo.
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